El fisco federal participa a los estados

29 / May / 2020

Foto ASF-David ColExiste confusión acerca del funcionamiento de nuestro sistema fiscal, de quién recauda y de que las transferencias van del centro hacia estados y municipios, puesto que más del 90 por ciento recaudado lo hace el SAT. Tampoco hay claridad sobre la coordinación intergubernamental en materia fiscal entre los tres órdenes de gobierno.

Sin embargo, hay quien afirma que los estados participan al gobierno federal y es exactamente al revés, la dependencia estatal de las transferencias federales es muy alta y lo hemos comentado.

Derivado de la adhesión de los estados al Sistema Nacional de Coordinación Fiscal en 1980, por lo cual dejaron en suspenso o eliminaron de sus leyes de ingresos, impuestos que constitucionalmente, al no ser exclusivos del gobierno federal, podían aplicar. Por otra parte, es cierto que hay estados que han preferido, no hoy, siempre, gastar y dejan de lado el esfuerzo recaudatorio.

En algún tiempo los estados peleaban por el domicilio fiscal de las empresas. A fines de los años ochenta, los estados administraban el IVA, pero no funcionó, por ejemplo un contribuyente podía cambiar su domicilio y se perdía para la entidad que lo estaba auditando, un estado del norte, Sinaloa, devolvía más de lo que recaudaba.

En 1990 se modifica la fórmula de distribución de participaciones, impulsada por la mayoría de las entidades federativas, había ocho que no, por supuesto, pero la mayoría se impuso, siendo con el cambio los grandes ganadores estados como Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Hidalgo, Zacates, Michoacán, Puebla, etcétera y hubo “menos ganadores” como el Distrito Federal y Tabasco, no contentos Estado de México, Baja California y Nuevo León. Esta fórmula se usó de manera gradual, de 1991 a 1994, con el reconocimiento incluso de las autoridades hacendarias.

Esa reforma fue igualitaria, no resarcitoria como alegaban la minoría de los estados, pero con un consenso mayoritario en 1990 la reforma pasó y se establecieron incluso mecanismos compensatorios para los estados que no ganaban. Lo cual operó al cien por ciento hasta 2007 y ahí empezó otra historia, con una reforma que todo lo distribuye por habitante domiciliado, con grandes estados perdedores, como la Ciudad de México y Tabasco, pero sin mecanismos de compensación.

Una cosa es cierta, este sistema tiene una Comisión de Vigilancia que certifica si las participaciones son calculadas correctamente o no.

Ha habido intentos para dar más facultades a los estados, como los impuestos cedulares, un impuesto a las ventas, pero no prosperaron. Mientras hubo recursos nadie se quejó, pero con la crisis de 2009, cuando las participaciones caen, se usa plenamente el Fondo de Estabilización de Ingresos de las Entidades Federativas, que hoy tiene un poco más de 60 mil millones de pesos y que se puede potenciar para evitar riesgos en las finanzas estatales.

En suma, los impuestos federales coordinados los recauda el SAT, no los estados, ellos “no aportan” a la Federación, es al revés. Al hablar del pacto fiscal, se debería de pensar en redistribución de responsabilidades recaudatorias, evitando dar lugar a la doble o múltiple tributación.

En algún momento del futuro, deberá de discutirse el tema, sin contaminación política en un juego de ganar todos, esto es sin que ningún orden de gobierno pierda en favor de otro.

Sí se puede empezar y por eso trabajamos en la Auditoría Superior de la Federación una propuesta de Ley de Coordinación Hacendaria, como se planteó en la Convención de las Haciendas Públicas de 2004, que armonice las participaciones y las aportaciones, así como la deuda y las relaciones estado-municipio. Además, sobre transparencia, armonización contable y fiscalización superior.

David Colmenares Páramo