Gastos fiscales y pacto fiscal

09 / Ago / 2019

Foto ASF-David ColHay temas que forzosamente se deben de revisar, más en un contexto de necesidad de recursos. Los gastos fiscales son una práctica generalizada en el mundo, pero con una concepción diferente en cada país, con el fin de apoyar el desarrollo económico o mejorar el bienestar de las clases de menores ingresos. En nuestro país se trata de privilegios fiscales, que modifican la aplicación de la estructura impositiva, destacando los más importantes, como el Impuesto Sobre la Renta, el Impuesto al Valor Agregado y algunos impuestos especiales, que se alejan del diseño original de los impuestos. De la que más se ha hablado ha sido la tasa cero en el IVA de alimentos y medicinas, así como la de los subsidios a la gasolina, incluso existe lo que se ha llamado IEPS negativo, que afectó fuertemente los ingresos fiscales no condicionados de estados y municipios. Pero hay otros que se deben revisar y reducir el sacrificio fiscal que su aplicación implica.

Hay dos vías para gastar: el gasto presupuestario directo y los sacrificios fiscales, cuya revisión es urgente para liberar recursos con fines productivos o de gasto social.

Ya desde la época del desarrollo estabilizador se cuestionó fuertemente la política de sacrificios fiscales, a través de subsidios de programas de incentivos fiscales, que implicó un fuerte sacrificio fiscal, y polarizó la concentración del ingreso en ciertos sectores.

Hoy desde el Congreso y en la propia Auditoría Superior se revisa el comportamiento de los gastos fiscales, a través de varias auditorías incluyendo las de desempeño, con el fin de encontrar áreas de oportunidad de ingresos para los siguientes ejercicios fiscales. Es importante revisar quiénes efectivamente se benefician del sacrificio fiscal.

Por otro lado, estoy convencido que debemos cambiar el pacto fiscal vigente desde hace 38 años, el cual está agotado, cumplió las expectativas para evitar la doble tributación y hacer más eficiente la recaudación nacional, pero al ceder los estados sus facultades impositivas más importantes, muchos de ellos cayeron en un estado de pereza fiscal. Un ejemplo negativo es lo que pasó con el impuesto a la tenencia, que lo recaudaban como un acto de colaboración administrativa antes de 2012, lo cual les generaba un mes adicional de participaciones de libre disposición, pero cuando se les cede, algunos lo derogaron, otros lo legislaron pero no lo han aplicado, lo cual les redujo sus ingresos. Ello ha generado una jungla fiscal, para evitar el registro en otros estados.

Un número importante de los estados no aprovecha las potestades que tienen, por ello se ha centralizado la recaudación de los conceptos más importantes.

Ello inhibe el regreso de otras facultades tributarias a los estados que sí quieren cobrar.

Igual ha sucedido con las aportaciones, que son recursos federales condicionados, cuyo calendario de pagos se publica cada año en el Diario Oficial de la Federación.

En 2019 las participaciones llevan resultados positivos respecto a 2018; sin embargo, en relación a lo programado ya se usaron recurso del FEIEF, pocos, ante los cerca de 100 mil millones, Fondo que por cierto está en el Ramo 23, pero son recursos estatales, que se aplican en condiciones de contingencia presupuestal.

Los ingresos propios de los estados son muy reducidos, no rebasan el 10 por ciento en promedio, de ahí la necesidad de que cumplan con su responsabilidad fiscal todos.

Finalmente es importante señalar que con las nuevas facultades que la Ley de Fiscalización y Rendición de Cuentas ha otorgado a la Auditoría Superior de la Federación, las facultades para auditar las participaciones, su destino, será el correcto y contribuye esto a reducir la corrupción.

David Colmenares Páramo